Y él me me miró con los ojos enternecidos y la sonrisa nostálgica. -Pensar que estuviste tan mal y ahora estai en otra, estai feliz y ya ni te importa ese maricón- -Lo más bacán de todo- le dije -es que tú sigues estando acá-.
-A mi me encanta estar-.
Y lloró dos lágrimas, una por cada ojo, un poco ebrio por la noche, un poco tierno cerca mío. Humedecí mis yemas con su gesto y me lloré las propias por dentro cuando le enredé en su pelo un beso.
sábado, 22 de março de 2008
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